Hoy, las cadenas de suministro, los inversionistas, los consumidores e incluso los colaboradores exigen que las industrias operen con responsabilidad ambiental real y verificable, que respondan a regulaciones internacionales.
En ese sentido, la carbono neutralidad —ya sea por compensación o eliminación— se ha convertido en un objetivo estratégico para las empresas que buscan asegurar su competitividad a largo plazo. Pero, ¿cómo lograrlo sin comprometer la productividad? Una de las respuestas más claras es la incorporación progresiva de bioproductos o bioinsumos.
¿Qué son?
Los bioproductos son insumos, materiales o compuestos que derivan de fuentes renovables o residuos orgánicos —como el aceite vegetal usado— y que reemplazan productos de origen fósil o sintético en procesos industriales.
En agricultura, minería y construcción, los bioinsumos pueden tomar la forma de estabilizadores de suelos, lubricantes, aditivos o materiales auxiliares que cumplen su función sin dañar el medioambiente. A diferencia de productos tradicionales que dejan una fuerte huella de carbono en su fabricación y uso, los bioproductos tienen ciclos de vida más limpios, biodegradables y circulares.
Regenerar, más que mitigar
Nos hemos puesto el objetivo de incentivar la aceleración de la transición hacia modelos productivos regenerativos, donde lo que ayer se desechaba, hoy sea materia prima de valor.
Porque ser carbono neutral no es solo un tema de compensar emisiones: es también una invitación a rediseñar cómo y con qué insumos producimos.